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El K.O. australiano de Agustín Argote

Ambiente boxístico en Australia mediados los años 50 del siglo XX

Ambiente boxístico en Australia mediados los años 50 del siglo XX

EL PÚGIL BILBAINO, QUE ACUMULÓ UNA EXTENSA CARRERA, VIVIÓ SUS MEJORES MOMENTOS EN SU PERIPLO POR LAS ANTÍPODAS

(REPORTAJE DE ERNESTO DÍAZ, publicado en DEIA el sábado 5 de Marzo de 2016)

En las décadas de los años 40 y 50, el boxeo compartía la atención deportiva de Bilbao con el fútbol, el ciclismo y la pelota. Los gimnasios de la villa, principalmente el del Club Deportivo, estaban repletos de chicos con guantes zumbando los sacos colgantes y viendo sus figuras y movimientos en alargados espejos. Otros escenarios boxísticos, como el frontón Euskalduna y el deportivista, con atractivos carteles, se llenaban de público los atardeceres lluviosos o no. De sus gradas se elevaban nubes de humo de puros y cigarrillos.

El boxeador Agustín Argote (1926-1996), natural de Olazagutia (Navarra) pero bilbaíno de adopción, que disputó el campeonato de España del wélter, fue varias veces campeón del ligero y llegó a disputar el campeonato australiano de este último peso antes de retirarse en 1957 con un récord de 38 victorias, 17 derrotas y 7 nulos.

El boxeador Agustín Argote (1926-1996), natural de Olazagutia (Navarra) pero bilbaíno de adopción, que disputó el campeonato de España del wélter, fue varias veces campeón del ligero y llegó a disputar el campeonato australiano de este último peso antes de retirarse en 1957 con un récord de 38 victorias, 17 derrotas y 7 nulos.

Bilbao tenía el clímax de pugilismo exigido a las grandes cities de Europa y América. En ese ambiente, pronto fue un adicto al boxeo Agustín Argote, un muchacho bastante introvertido, nacido en marzo de 1926, que vivía con su familia en la calle Ronda de Bilbao, muy cerca del portal de la casa donde nació y se crió el ilustre Miguel de Unamuno. No tardó en conocer el oficio de tornero y gracias a sus tempranas habilidades encontró un hueco en los astilleros Euskalduna, la empresa fundada en 1900 por la pareja Eduardo Aznar-Ramón de la Sota.

Etapa en Burdeos

El ambiente del boxeo embriagó sus sentidos y con 15 años empezó a cruzar guantes. Su estreno como púgil amateur no fue muy prometedor pues fue perdiendo peleas una tras otra hasta cosechar una victoria en siete combates. Los vaivenes familiares le llevaron a residir en Francia, en concreto en Burdeos, donde su actividad se centró en repartir a domicilio peras, manzanas, melones, verduras y patatas de la frutería en la que se empleó. También en entrenar y subir al ring -hasta 12 veces con solo dos derrotas- guiado por un tío suyo, que tiempo atrás había sido boxeador de la categoría de los semipesados.

A su regreso a Bilbao se puso a las órdenes de Benito Echevarría, un profesor de gran visión y exigente, que convirtió a Argote en campeón español aficionado del peso ligero en 1947. Fue designado para intervenir en los Juegos Olímpicos de 1948, pero su participación resultó efímera porque, en su estreno olímpico, el uruguayo Alberto Boullosa le batió a los puntos.

Debut profesional

Con 23 años y 15 días se hizo profesional debutando en Bilbao con un triunfo frente a Antonio Luno. Su primera contienda delante de un extranjero -en Barcelona ante el italiano Ludovico Berto- se sustanció con una decisión arbitral de nulo. Argote, que como amateur se inició en el peso pluma, alcanzó ya profesional el título de España de los welters en 1949 al arrebatárselo al madrileño Juanito Martín, un cetro que perdió ante Antonio Monzón en una confrontación en la que se apreció en el bilbaíno más sombras que luces.

A la derecha en la imagen de MARCA, el boxeador Agustín Argote.

A la derecha en la imagen de MARCA, el boxeador Agustín Argote.

Agustín Argote tumbó a Darby Brown y dejó grogui a Pat Ford en un combate ante 12.000 espectadores en el West Melbourne Stadium

Campeón de los ligeros

En 1951 se adjudicó el título español de los ligeros midiéndose a Bartolomé Martí. Al año siguiente lo retuvo frente al catalán Ángel García y lo reafirmó en San Sebastián ante Javier Lirio con un espectacular K.O. en el primer asalto y seguidamente lo renovó cruzando guantes con Emilio Orozco, aunque el madrileño se desquitó de él meses después en la revancha, dado que el árbitro detuvo el combate al comprobar un corte en la ceja izquierda de Argote.

El bilbaíno “era un boxeador dinámico, de manos bajas, que guiaba con la vista su conducta en el ring, de golpeo preciso sin ser un noqueador nato”, así lo recuerda a sus 93 años Juan Díez, comentarista de boxeo del desaparecido periódico Hierro, que popularizó sus notas del ring en las líneas de tinta oscura y pegajosa de aquél diario de la tarde. “Valiente, bien plantado, con vibrante juego de piernas, no hacía ascos a rivales de mayor estatura y peso”, concluye el veterano columnista.

Argote peleó en los cuadriláteros de Lisboa, Milán, Lille, Colonia, Düsseldorf y París, siempre contra puños de primera serie. En el Velódromo Vigorelli milanés se pegó con el lombardo Duilio Loi, al que respondió golpe por golpe para, finalmente, ser declarado perdedor por una sospechosa mínima diferencia en el cómputo total. Loi fue numerosas veces campeón europeo y luego mundial de los superligeros antes de retirarse con 126 combates.

Nuestro protagonista no fue un tipo dicharachero, más bien serio. Como toda regla tiene su excepción. En cierta ocasión lució jaranero. Benito Echevarría, su entrenador, estaba preocupado porque aquél día de autos su pupilo no había aparecido por el gimnasio. Tras unas pesquisas se encaminó a una casa de chicas de la calle Bailén, donde encontró relajado a su hombre en vísperas de un combate. Una ducha fría a toda máquina y un rapapolvos de campeonato echaron una capa de olvido sobre la sesión de relax, ahora destapada.

Argote, con albornoz rojo, con su rival antes de un combate

Argote, con albornoz rojo, con su rival antes de un combate

Aventura australiana

Después de boxear en Filipinas, en el Rizal Memorial Coliseum de Manila, donde un día perdió a los puntos ante Milton Ross y otro dejó K.O. a Rocky Montano, regresó a Bilbao. Hizo las maletas y se embarcó hacia Australia para dar un giro a su vida. Partió a mediados de noviembre de 1953 y jamás volvió al Botxo. En suelo australiano llevó a cabo una veintena de combates hasta su retirada el 26 de marzo de 1962 cuando lo pasó mal ante una figura emergente que atendía por Bruno Visintin. Afeó su historial Argote peleando y acumulando derrotas por la pasta en su etapa final para dejar un score de 62 peleas (487 rounds) con 37 victorias, 6 nulos y 18 derrotas.

En la lejana Australia se enfrentó a los boxeadores más destacados con importantes victorias, como la alcanzada ante Darby Brown quien, como cosa curiosa, fue apalizado por Argote 10 días después de que la revista Australian Ring dedicara su portada al as australiano. Como guinda a estos recuerdos sobre el gran pugilista vasco, su espectacular combate del 11 de diciembre de 1953 en el West Melbourne Stadium ante 12.000 personas. Esa noche se tambaleó sobre el cuadrilátero Pat Ford, campeón del Imperio Británico (Commonwealth). A la mañana siguiente la Australia boxística quedó impactada por su K.O. en el cuarto round, incrédula al saber que su ídolo había caído a la lona para levantarse y volver a caer. Muchos años después, Pat y Agustín siguieron manteniendo una relación de buena amistad. El australiano -sólo dos derrotas por K.O., una por Argote- regentó un carnicería en Orange, su pueblo natal, donde entrenó a la chavalería y recibió honores máximos de la sociedad australiana hasta que, víctima de Alzheimer, falleció en 2012. Su amigo Agustín Argote, que al bajar del cuadrilátero trabajó como tornero, perdió la visión de un ojo en un accidental laboral. En Adelaida y en 1996, dejando esposa y un hijo, abandonó este mundo.(*) Más de 50 años en el periodismo deportivo

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