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Joe Frazier, la zurda que sonaba a blues

Joe Frazier, leyenda del boxeo profesional

A mi me gustaba Joe Frazier. Al verle sobre el ring siempre me parecía que se movía al ritmo de la música de Ottis Reding o de Houling Wolf. No sólo por la cadencia de sus movimientos o el sonido de contrabajo de su brazo izquierdo, sincopado y repetitivo como el viejo blues negro, sino por el mensaje de sus peleas: no existe la posibilidad de dar un paso atrás, si venzo seguiré, si doblo la rodilla, también seguiré, la hemos doblado muchas veces.

Frazier se topó con Cassius Clay, que sonaba a James Brown, bailaba como James Brown y rapeaba como James Browm. Clay anunciaba la nueva era, en el boxeo, en el espectáculo y en los Estados Unidos. Frazier sólo quería ser un boxeador. Clay quería ser un profeta llamado Mohammed Alí.

Un combate de boxeo mítico: Joe Frazier contra Alí

Joe Smokin Frazier murió en noviembre de 2011 por un golpe en el hígado, el del cáncer, que no se puede dejar correr con una finta o cubrir con el codo. Hacía 67 años que había nacido en Carolina del Sur en un mundo en el que había autobuses para negros, retretes para negros, escuelas para negros  y pocas esperanzas para negros. No fue ni muy alto, alrededor del metro ochenta, ni muy musculoso, poco más de ochenta kilos. Pero tumbó a unos cuantos blancos antes de lograr la medalla oro en la olimpiada de 1964 en Tokio y el cinturón de campeón del mundo de todos los pesos varias veces entre 1968 y 1973.

Smokin Frazier se movía a saltitos en el cuadrilátero, casi siempre frontales y a veces laterales. Oscilaba el tronco en todos los sentidos cubriéndose el rostro con el antebrazo derecho y llevando el brazo izquierdo relajado, extendido, como si nada ocurriera. Hasta el momento de dar el gran salto. Entonces Frazier brincaba hacia su oponente cargando todo su cuerpo detrás del puño izquierdo. El mismo Clay, el más grande, el profeta, midió la lona del Madison Square Garden tras un zarpazo de Smokin. Los que tenían suerte sólo necesitaban un zarpazo. Porque Frazier era lo suficientemente rápido como para recetar dos o tres de estos, antes de que el rival diera síntomas de necesitar la cuenta. En esos casos el conteo sonaba lejano y envuelto en bruma, como un blues cantado bajo un tamarindo en el algodonal.

El legendario campeón de boxeo Joe Frazier

Frazier era el sur de los Estados Unidos puesto detrás de unos guantes de boxeo. Con toda la carga del sur, con esa melodía de garganta rota y guitarra vieja.

Tuvo la suerte y la desgracia de cruzarse con los dos mejores pesos pesados de todos los tiempos tras Joe Louis y Roky Marciano. Alternó con Clay y con Big George Foreman. En ocasiones venció y otras dobló la rodilla. Formó parte estelar de la más grande era del boxeo para luego retirarse y cantar blues.

Al margen de su familia, hay una persona en el mundo que siente la muerte de Smokin Frazier por encima de las demás. Ese es Cassius Clay. Sabe que Frazier fue vital para su propia leyenda. Sin Frazier, Mohammed Alí hubiera sido menos Alí.

A mi me gustaba Joe Frazier.

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