La Casilla, abril de 2014, una velada de las que no se olvidan
|La adrenalina pesa tanto en la memoria del ser humano que fija » a fuego» (como diría Andoni Gago) aquello que toca y borra con su tsunami de emoción todo aquello que estaba a su alrededor. Con la velada del 5 de abril en el Pabellón de La Casilla sucede eso.
Los dos últimos combates fueron tan intensos, tan emocionantes y tan preñados de boxeo puro y duro, que corremos el riesgo de que se borre el recuerdo del resto. Aún tenemos fresco en la memoria el físico de Carlos Caicedo, la caída de Asier Molero tras una granizada de manos del ecuatoriano, la reacción del de Lakua, su capacidad para sufrir y atacar sin descanso antes de terminar luciéndose.
Nadie ha podido olvidar el peligro sordo de los puños de Alae Karmoun y la obstinación de Andoni Gago de avanzar ante ellos, el crochet de derecha del marroquí volando con el sonido de la campana del primer asalto y la soledad de Gago resistiéndose a la ley de la gravedad que le llamaba desde la lona y luego no quería despedirle; la recuperación, el sirimiri racheado de manos que el de Otxarkoaga comenzó a arrojar sobre su rival, que evolucionó a lluvia, a chaparrón y, para el quinto asalto, era una granizada que demolió al temible Karmoun.
Asi que, recordemos que hubo mucho más. Para empezar una verdadera lección de grappling que enfrentó a Spartak e Iker Cid.
Luego llego el primer combate profesional: Denis Sukhanov contra Sergio Abad, cuatro asaltos en el peso superwelter. Buen boxeo, con alternativas, aplaudido. El público hubiera salido de La Casilla hablando de este combate… si no hubiera sido por lo que llegó después.
Inolvidable.