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La noche del PacKO

La derecha que Pacquiao no vio (Foto de boxingnews24.com)

La derecha que Pacquiao no vio (Foto de boxingnews24.com)

Fueron 42 rounds y 8 años los que Emmanuel Dapidran Pacquiao se encontró concentrados en el cuero de un guante al final del sexto asalto, justo antes de que se produjera el silencio absoluto en la pelea de fondo de este sábado en el MGM de Las Vegas. Hasta al incombustible speaker de las grandes noches del boxeo, el canoso Michael Buffer, se le helaron las cuerdas vocales durante los eternos instantes en los que el boxeador letal, el demonio tagalo, el supercampeón de las 16 cuerdas, permaneció de bruces sobre la lona, indefenso como un bebé con perilla.

Mientras, a Juan Manuel Márquez, los 42 rounds y 8 años de espera le subieron sobre las cuerdas de su rincón, brazos en alto, con la gloria cubriéndole el rostro de su propia sangre. Pero no había un solo milímetro para el dolor en aquella cara.

LA GUINDA DE UNA GRAN VELADA

El Pacquiao – Marquez IV era la guinda final de una gran velada en la que hubo boxeo de todos los estilos y varios títulos mundiales en juego. Fueron los entremeses para una pelea en la que no se disputaba corona alguna. Ni siquiera una bolsa. El filipino se llevaba 20 millones de dólares y parte del payperview. El mejicano, 8 millones, la taquilla del MGM y una pizca de la tele. Ambos, el oriental con 33 años y un  palmarés casi perfecto, y el centroamericano con 39 y cuatro cinturones en su casa, tienen ya el riñón más que cubierto y su pedestal en el hall de la fama. No había pues ni títulos, ni dinero, ni escalafón en juego. Pero se disputaban lo importante: la leyenda.

El propio Márquez y el árbitro parecen sorprendidos por lo radical del KO (Foto de boxingnews24.com)

El propio Márquez y el árbitro parecen sorprendidos por lo radical del KO (Foto de boxingnews24.com)

Los tres enfrentamientos anteriores se saldaron con un nulo y dos victorias divididas a favor de Pacquiao. Todo muy discutido. Márquez se había ido a la lona en cuatro ocasiones, levantándose en todas ellas y devolviendo cuero por cuero hasta los 12 rounds.

Cuando sonó el primer gong en la madrugada de Las Vegas, Pacquiao se adueñó del centro de las cuerdas, desplegando su boxeo demoledor de zurdo ambidextro, con sus esquivas de cobra que avanza en zigzag y sus combinaciones más propias de una máquina que mueve dos pistones incansables.

De Márquez decían que estaba agarrotado, a lo mejor demasiado tenso, algo lento. Luego todo el mundo supo que, en realidad, permanecía amartillado. Pacquiao entraba y salía de su distancia a voluntad hasta que, en el tercer asalto, Márquez lanzó una volea extraña, larga, que era, en realidad, una premonición. El as filipino la vio venir, la trató de dejar rodar, pero no le dio tiempo. Se fue al suelo con una mueca de contrariedad. Se incorporó inmediatamente con la determinación de devolver la sorpresa. Nadie entendió que Márquez no se fuera a por Pacquiao como una tromba, para aprovechar lo que restara de cloroformo en la mente de su rival. Lo tacharon de precavido. Luego se supo que lo quería era un KO con un golpe. Nada de KO técnico, ni combinaciones, sino el golpe definitivo. Para eso se había entrenado hasta la extenuación.

DOMINIO DE PACQUIAO

Márquez celebra su victoria incontestable mientras cunde la preocupación por el estado de Pacquiao (Foto de boxingnews24.com)

Márquez celebra su victoria incontestable mientras cunde la preocupación por el estado de Pacquiao (Foto de boxingnews24.com)

En el cuarto y el quinto asaltos, Pacquiao martirizó a Marquéz, que preciso hasta una cuenta de protección. El sexto lo arrancó el mejicano con un corte en el puente la nariz, las cejas enrojecidas y los pómulos mellados. Los pistones del filipino hacían su trabajo.

Cuando se escuchó el tañido de los 10 segundos, Pacquio encendió su enésimo ataque, una combinación tras otra, Márquez reculó hacia las cuerdas, parecía al borde del abismo. Pacquio ya no pudo oir el gong del fin del asalto. Restaba un segundo cuando Márquez respondió a un paso al frente de Pacquiao con otro en diagonal sobre su pie izquierdo, pasó su cuerpo bajo el brazo derecho del filipino como una ballesta. Detrás de él, impulsado por el movimiento de toda su alma, un guante que llevaba agazapado 8 años, 41 rounds, 2 minutos y 59 segundos. Pacquiao de desplomó sobre la lona absolutamente inane. Era el KO perfecto. Un KO terrible. Incluso para quien venció. Tan terrible como la verdad, lo irrebatiblemente cierto.

Dos minutos después, en el momento en el que el  filipino volvió a hablar y sonrió, el boxeo mundial recuperó la respiración y habló de nuevo. Había mucho que charlar sobre la pelea del siglo, el campeón de la década y la gloria de un deporte en el que las leyendas pueden perder por KO.

No se pierdan el Márquez – Pacquiao V, sea cuando sea.

Una vez recuperado, Manny Pacquiao felicita a Juan Manuel Márquez por su victoria (Foto de boxingnews24.com)

Una vez recuperado, Manny Pacquiao felicita a Juan Manuel Márquez por su victoria (Foto de boxingnews24.com)

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