Pedro Revilla, árbitro de boxeo y federativo, conserva cientos de carteles de veladas que colecciona desde hace medio siglo

Revilla, en el trastero en el que conserva cientos de carteles de boxeo y miles de datos sobre el noble arte

Derio (Bizkaia) cuenta con un museo escondido en un trastero. Junto al nuevo polideportivo de la localidad vive el árbitro de boxeo Pedro Revilla. Una figura habitual en los rings y mesas de jueces de Euskadi. En su trayectoria deportiva se cuenta la presidencia del comité autonómico de árbitros, la vicepresidencia de Federación de Bizkaia y la presidencia de la Asociación de Exboxeadores, de la que, junto a un grupo de personas preocupadas por este deporte, es fundador. El próximo 18 de junio cumplirá 35 años como árbitro oficial.

«En 1990, en Ordizia, hice por primera vez de juez en un Campeonato de España: Julio Gómez Pando perdió ante De la Sagra. La revancha fue en Santoña y también ganó De la Sagra», explica un Revilla que hace gala de una memoria fuera de lo común. Lo cierto es que en el trastero de su casa, además de cientos de singulares carteles de boxeo ordenados en enormes cartapacios conserva miles de datos referentes al noble arte acumulados en discos duros y libretas.

En su carrera calcula que ha arbitrado más de mil combates y por encima de 5.000 asaltos. Acumula 27 campeonatos de España amateur con la camisa blanca y la pajarita. Y más de media docena campeonatos internacionales. «En los años 90, con la Ley del Deporte había que elegir entre ser árbitro de boxeo profesional o amateur. Yo me incliné por el amateurismo», indica.

Los carteles

Vio su primer combate con 13 ó 14 años; se coló en el estadio de Las Llanas (Sestao). En 1964 pagó 20 pesetas por contemplar desde la grada del Club Deportivo el Benito Canal vs. Joseph Juvillier en el que el local se impuso a los puntos en 10 asaltos.  «Desde entonces he acudido al 99,9% de las veladas que se han celebrado en Bizkaia y alrededores. Eso que a durante años hubo boxeo cada 15 días». Y desde entonces busca y conserva carteles de veladas. Posee una colección sorprendente que abarca medio siglo de historia de las 16 cuerdas.

Ha recorrido muchos kilómetros para ver pugilismo en vivo. En 1971 escapó del servicio militar para ver cómo Agustín Senín, «El Tigre de Irala», ganaba el cinturón europeo del gallo en la plaza de toros de Bilbao tras 15 duros asaltos con Alan Rudkin (en aquél momento 41-7-0). «Pero tampoco había que ir muy lejos. Hubo una época en que los mejores pasaban por Bilbao: Neches, Aisa, Paperito, Madrazo, Horacio Ruíz, Andoni Amaña. Me impresionó el «Campeón sin Corona», Robinson García, que, en mi opinión le propinó un repaso a Pedro Carrasco aquí en Vista Alegre, aunque dieron nulo. Luego, aquellos duelos que protagonizaban Dum-Dum Pacheco o Luis Aísa, extraordinariamente duros…».

Pedro Revilla, troquelista de Derio, no para de hilar recuerdos de los tiempos del gimnasio de Concha, con aquellos viejos preparadores que enseñaban boxeo con el puro encendido entre los labios. Es una enciclopedia del boxeo vizcaíno. Y posee un pequeño museo para el que debiera habilitarse un espacio visitable. Eso ya no depende de él.

Estará en la próxima velada. Seguro. Como desde hace más de 50 años.

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