JAVIER DÍAZ: «Un boxeador nace y también se hace»
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Javier Díaz ha sido campeón de Bizkaia y de Euskadi en categoría olímpica

Javichín acabó disputando 35 peleas en amateur y en neoprofesional, y guarda un buen recuerdo de esos años: «Tengo igual número de peleas ganadas que perdidas, pero en amateur y en neo he peleado con lo mejorcito, hasta con cinco campeones de España, siempre fuera de casa y siempre presentando batalla. Estoy contento por eso, más que por los resultados».
Javichín ha sido campeón de Bizkaia y de Euskadi en su categoría, y el pasado 22 de febrero decidió dar el salto al terreno profesional. «Peleé contra el asturiano de origen cubano Geisler Iglesias. La verdad es que estuve un poco perdido, salí nervioso, yo fui mas peleón pero él se movió mejor y me ganó». Los otros dos combates los ha disputado también «fuera de casa», con la presión y la dificultad añadida que conlleva esa circunstancia. «He perdido las tres peleas, pero pelear fuera de casa siempre es un handicap y hay que decir que alguna que otra decisión fue más que dudosa».
«El boxeo me da buenos momentos»

Javichín, entrenando.
Los amigos y su mujer le animan, y eso le da fuerzas para seguir adelante: «La gente me anima, y el boxeo me da disciplina, constancia y me regala buenos momentos, buenos amigos». Él sabe que los años corren, que los meses pesan, y se prepara para disfrutar de lo que le queda: «Aspiro a disfrutar, claro, a hacer algunas peleas más con EuskoBox entre este año y el que viene. Con eso me conformo, porque este oficio es muy duro y los años no ayudan».
Para eso acude cada día al gimnasio. Sabe que «el boxeador nace y también se hace; lo veo cada día en el gimnasio». Respecto al boxeo y su mala reputación, el de Bilbao lo tiene claro: «El boxeo es competición, y en casi toda competición hay algo de agresividad, aunque en este caso esa agresividad se gestiona y se canaliza luego de una forma muy precisa. Pero el boxeo exige, sobre todo, un fuerte equilibrio mental y físico, y claro, también ese puntito de agresividad».
Texto y fotos de Iñaki Mendizabal